Amas el vértigo, ¿no es así? Te derrites frente a la velocidad, porque el aire atraviesa tus poros. Puedes sentir como el sudor se evapora de ti. La adrenalina acaudala y desborda tus venas, tanto que tu corazón rompe con cada latido tu pecho, lo desgarra.
No me digas que sientes miedo de mí.