Aquel día no había pasado nada que me conmoviera, pero esa tarde en el metro, no pude evitar mirarla al bajarse, ella de la manera más inocente lanzó un beso a su abuelo, de ésos que endulzan en aire, tan cálido para enternecer al más duro. No pude evitar llorar.
Crucé el umbral del ventanal y lo primero que vi fue su carita. Sus ojos me miraron traspasándome toda su historia. La besé en la mejilla y una sonrisa me regaló. No puedo sacar de mi alma aquellas arrugas, no puedo olvidar su presencia. Me quebró el alma.
Crucé el umbral del ventanal y lo primero que vi fue su carita. Sus ojos me miraron traspasándome toda su historia. La besé en la mejilla y una sonrisa me regaló. No puedo sacar de mi alma aquellas arrugas, no puedo olvidar su presencia. Me quebró el alma.